martes, julio 31, 2007
Oido en el subte
"Si hay, compro y si no, compro"
Tiene algún sentido???
Y la otra:
"El trabajo que yo nunca, nunca haría..."
Siguieron caminando y me perdí el final
Oh, por dios... cuál será????
Tiene algún sentido???
Y la otra:
"El trabajo que yo nunca, nunca haría..."
Siguieron caminando y me perdí el final
Oh, por dios... cuál será????
lunes, julio 09, 2007
martes, julio 03, 2007
Oscar Wilde dixit
No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo.
lunes, julio 02, 2007
Regina Spektor, Frederic Leighton y Clarice Lispector, el Tondo Doni a Firenze
Pasé una semana de profundo mal humor, mucho trabajo, facultad agotadora y responsabilidades aplazadas (generando más culpa de la que mi cuerpo podía soportar). Llegó finalmente el sábado, día depositario de todo lo bueno y lo bello, de la paz y la alegría. Pero cuando está en poder del mal humor, el sábado sólo puede traer más compromisos y dejar sólo frustración al final de la tarde. A menos que un clic chiquito, chiquitito y por sorpresa te traiga algo bueno.
A la mañana, todavía en la cama empezó a sonar una canción de Regina Spektor por la radio:
Es una canción muy linda, que sin saber de música y traduciendo a pintura definiría como de clave mayor alta, alta por los agudos, que me dan sensación de luz (por algo se llama notas altas y valores altos y alto a la altura, etc) y mayor no por las notas en sí sino por el ritmo que tiene, bien marcado, sincopado diría.
El video está en blanco y negro, con toques de rojo. Pero el sábado para mí la canción era naranja. Será que la canción me gusta, entonces todo se torna naranja. Será por el ritmo marcado, por el naranja, porque la estaba pasando bien, me acordé de un cuadro que me encanta:
El cuadro está en la tapa de un libro de Clarice Lispector, una escritora brasileña con una historia muy dramática y una escritura con un ritmo muy marcado y una estructura muy vueltera, "femenina", me dijo el chico de la librería con el hablamos de ella, "neurótica", le dije yo. El tema es que ese día charlé un rato en esa librería en la que me tratan tan bien, del cuadro, de la escritora, de las mujeres, de la neurosis, de las mujeres neuróticas y me fui, feliz, con el libro que había comprado (no el de Lispector con la tapa de Leighton).
Habrá sido el naranja, o el cuadro que amo, o la clave alta del cuadro naranja que amo, pero mi acordé también del Tondo Doni, de cuanto me gustó, de cómo me sorprendió cuando parecía que ya nada me podía sorprender y me hizo ese clic chiquito, chiquitito que te trae algo bueno.
A la mañana, todavía en la cama empezó a sonar una canción de Regina Spektor por la radio:
Es una canción muy linda, que sin saber de música y traduciendo a pintura definiría como de clave mayor alta, alta por los agudos, que me dan sensación de luz (por algo se llama notas altas y valores altos y alto a la altura, etc) y mayor no por las notas en sí sino por el ritmo que tiene, bien marcado, sincopado diría.
El video está en blanco y negro, con toques de rojo. Pero el sábado para mí la canción era naranja. Será que la canción me gusta, entonces todo se torna naranja. Será por el ritmo marcado, por el naranja, porque la estaba pasando bien, me acordé de un cuadro que me encanta:
El cuadro está en la tapa de un libro de Clarice Lispector, una escritora brasileña con una historia muy dramática y una escritura con un ritmo muy marcado y una estructura muy vueltera, "femenina", me dijo el chico de la librería con el hablamos de ella, "neurótica", le dije yo. El tema es que ese día charlé un rato en esa librería en la que me tratan tan bien, del cuadro, de la escritora, de las mujeres, de la neurosis, de las mujeres neuróticas y me fui, feliz, con el libro que había comprado (no el de Lispector con la tapa de Leighton).
Habrá sido el naranja, o el cuadro que amo, o la clave alta del cuadro naranja que amo, pero mi acordé también del Tondo Doni, de cuanto me gustó, de cómo me sorprendió cuando parecía que ya nada me podía sorprender y me hizo ese clic chiquito, chiquitito que te trae algo bueno.